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En busca de la belleza

Dicen que la belleza está en el interior.

Lo sabemos y aun así seguimos teniendo una vocecita que nos dice: “Si, pero sin abandonarnos. Si puedo conservarme joven más tiempo mejor”

Las preguntas más frecuentes que recibimos en consulta son: ¿Qué tipo de productos puedo ponerme? ¿Qué me aconsejas? ¿Qué me irá bien para las manchas, las arrugas, la flacidez…?

Vivimos en un tiempo de respuesta inmediata y eso en la naturaleza no funciona así. Nosotros como seres humanos somos parte de esa naturaleza y, como tal, seguimos sus ritmos, sus estaciones…Nuestro cuerpo y nuestras células están en un constante ciclo de muerte y renacimiento. Si tenemos en cuenta este valioso detalle, podemos imaginar que lo que le dé como alimento será lo que me nutra, el ejercicio fortalecerá mis tejidos y al mismo tiempo oxigenara mis células, los momentos de meditación (escuchando una buena música, dibujando, pintando…) aportaran paz a nuestra mente, y si nuestra mente está en paz puedo sentir y sentirme, observar y observarme, y es desde aquí de donde partiré para cuidar mi capa externa, “la piel”.

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La piel y sus funciones

Podríamos enumerar hasta veinte funciones de la piel. Como las más conocidas destacaremos su función protectora, barrera de tóxicos y organismos extraños, barrera entre el organismo y el entorno; reguladora de la tensión y el flujo sanguíneo, de la temperatura (termorreguladora); actúa como un órgano respiratorio; es la base de los receptores sensoriales que nos aportan el sentido del “tacto”; funciona como organizadora de información y su procesamiento; produce queratina, y se limpia a sí misma… Teniendo presentes estas funciones podemos darnos cuenta de la importancia de lo que le damos por dentro y lo que le aplicamos por fuera.

Una manera de nutrir la piel desde el interior se basaría en una dieta con mucho alimento crudo, frutas y verduras de temporada y alimentos lo menos manipulados posible. Estos alimentos serán digeridos por nuestros jugos internos y resultado de todo este proceso llegarán a la piel los nutrientes necesarios. Ese es su verdadero alimento y su hidratación. Lo mismo pasara con el oxígeno.

Un cuerpo que hace ejercicio camina o realiza actividades al aire libre, aportará a sus tejidos un mayor caudal de vida. Todo esto es un breve resumen de un proceso maravillo que el cuerpo hace solo, sin necesidad de que nosotros intervengamos.
¿Qué, cuándo, cuánto, dónde… tenemos que incidir en nuestro cuidado externo? ¿Cuál es la intención última cuando cuidamos nuestra piel? ¿Conocemos el nivel de permeabilidad del tejido cutáneo? Vamos a mirar de recordar, descubrir y ponernos al día de las prácticas en cuidados de nuestras abuelas y lo que actualmente es considerado un cuidado saludable, para poder decidir por nosotras mismas hasta donde cuidamos de la sostenibilidad, los residuos (envases), las sustancias o componentes y todo lo que acompaña el mundo de la belleza.

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El caso de Cristina

Todas estas cuestiones me las puso encima de la mesa Cristina, de 23 años. De piel fina y delicada, un alma con una gran sensibilidad, con mucha dificultad en el uso de según qué productos, y con una piel que reacciona a múltiples sustancias. Ya desde niña cuidaron tanto de su alimentación, como de los tejidos de su ropa, de los jabones… Con un grado de impaciencia alto me dice: “soy como la princesa del guisante, pero sin princesa, y estoy cansada y harta de tanta sensibilidad”.

Me cuenta que no puede ponerse ni un lápiz de ojos pues estos se le congestionan al cabo de un rato. Hablamos de cómo se cuida ella en el día a día. Me explica sus métodos. Son sencillos y a mi entender muy prácticos. Combina infusiones como tónico, aceites vegetales como hidratantes y mascarillas que va experimentando. A este nivel valoramos que es adecuado lo que hace y los resultados son buenos. Respecto al maquillaje dice “no quiere mucho “, pero le gustaría cuando acude a alguna fiesta. Buscamos información y quedamos que pruebe una línea de lápices naturales a ver cómo va. En la sesión hacemos mascarilla de arcilla con aceites esenciales y un drenaje linfático facial con un toque de aceite de Jojoba. Le queda la piel muy bien y no hay ningún tipo de reacción. Podríamos dejar aquí el tema y ver cómo le va. Pero intuyo que necesita más.

Ya hemos tratado lo que sería su petición inicial, sus cuidados externos, y ahora pasamos a entrar un poco más profundo. Pido su permiso y después de la relajación del drenaje se encuentra dispuesta.

Hablamos de lo que significa la piel como barrera y protección de lo externo, del alto nivel de reacción que presenta su cuerpo…Nada le suena a nuevo, solo que tal vez no sabe por dónde caminar. Le hablo de diferentes opciones que le podrían ser de utilidad como la acupuntura para regular las respuestas de su cuerpo, entre otras cosas. La kinesiología, como herramienta de un mayor conocimiento de su relación con ciertas sustancias, acompañada con unas flores de Bach para cuidar el sistema emocional, y la psicoterapia como herramienta de mirada interior. Terminamos la sesión y me pide repetir el drenaje en un mes. Le digo que perfecto, y que durante el mes pensara sobre lo que hemos hablado.

Un mes más tarde

Llega a consulta con una gran sonrisa. Me cuenta que se visitó con la kinesióloga y que le dió una información muy valiosa sobre ciertos alimentos que su cuerpo no podía tolerar, y esto hacía que estuviera en una constante reacción. Revisaron la dieta y le dio unas flores de Bach para armonizar su estado emocional. En resumen, estaba mucho más animada. En sesión trabajamos el drenaje linfático facial que según me dice le produce un profundo estado de bienestar. Al terminar solicita hora para el mes siguiente.

Nueva visita

La encuentro vital y llena de energía, mucho más acorde a su edad. Hoy viene con su madre a la que ha animado a visitarse y conocer el centro. En sesión me cuenta que está mucho más tranquila y a la vez con más ganas de hacer cosas. Sus reacciones ya no son lo que eran. Según dice textualmente “me siento más normal”. Me transmite que en este proceso se está dando cuenta de cosas que le pasan de las que no era nada consciente, en las relaciones laborales, con los amigos, e incluso a nivel familiar. Se le están abriendo nuevas puertas a las que mira con ganas y recelo al mismo tiempo. Está valorando hacer unas sesiones de psicoterapia para poner orden en estos nuevos espacios.

A Cristina la volví a ver un par de veces más, distanciadas en el tiempo. Lo que comenzó siendo una consulta de cuidados externos nos llevó a una mirada más interior, a buscar la verdadera belleza, esa que nos llena el rostro de luz y el corazón de amor.

Aurea Gómez, Terapeuta manual. Esteticien. Sofróloga. Profesional de “Integral, Cooperativa de Salut”