Quisiera saber porque se dice que la leche y los productos lácteos favorecen el riesgo de padecer cáncer y porque se aconseja retirarlos en pacientes con tumores para ayudar a la curación. He leído opiniones muy contradictorias al respecto y quisiera tener la opinión de un médico naturista.
M.R. (Tarragona)
Es cierto que la relación entre cáncer y productos lácteos está muy cuestionada por nutricionistas y profesionales que representan la medicina convencional u “oficialista”, pero es un pensamiento casi unánime entre los profesionales que practican las medicinas no convencionales.
Los argumentos a favor de esta relación no son banales. Están fundamentados, además de en la experiencia clínica con pacientes, en razonamientos lógicos y sistémicos (de visión global de las cosas), en datos epidemiológicos y en evidencia científica.
En primer lugar la consabida expresión de que los mamíferos sólo toman, en circunstancias de normalidad, leche mientras lactan, nos debe hacer reflexionar. Si pensamos en los bebes que por diferentes motivos no pueden tomar leche materna veremos que los preparados sustitutivos contienen leche de vaca “maternizada”, es decir, modificada para que sea similar en sus proporciones a la humana, ya que por ejemplo la cantidad de proteínas que lleva la leche de vaca es casi tres veces superior. Esto ya nos hace ver que ahí existe un problema. Parece evidente que un alimento que está preparado para que un ternero aumente 200 Kg y se haga adulto en poco más de un año, tiene que contener proporciones de nutrientes diferentes al de un alimento programado para nutrir los primeros meses de un niño que necesitara alrededor de veinte años para completar su crecimiento. Esta escandalosa diferencia de velocidad de crecimiento se atribuye principalmente a la alta proporción de la hormona IGF-1 (o factor de crecimiento insulínico) de la leche de vaca en relación a la humana. La IGF-1 hace que las células se dividan y se reproduzcan, y por tanto favorece el crecimiento. ¿Qué puede suceder en aquellos tejidos alterados o modificados previamente por factores físicos, químicos, biológicos o incluso emocionales, si consumimos en exceso un nutriente que estimula el crecimiento? La respuesta parece clara: fomentamos y facilitamos el crecimiento tumoral. Si pensamos que antes del año y hasta el final de nuestras vidas muchos humanos ya ingerimos la leche de vaca o derivados de forma completa, sin modificar o humanizar, es fácil establecer una relación entre el incremento de determinados tumores y el consumo de lácteos. En concreto, la relación entre IGF-1 y cáncer de mama en las mujeres y de próstata en los hombres, es una de las más documentadas.
Los contrarios a esta teoría hablan de que este factor de crecimiento se fracciona y se destruye durante el proceso de digestión de los lácteos. Este punto esta en discusión pero la evidencia epidemiológica parece reforzar esta idea: en los países asiáticos, que es donde se consume menos lácteos, los tumores de mama y de próstata son muy poco frecuentes.
En su libro “El estudio de China” (un libro recomendable y lleno de referencias bibliográficas de evidencia científica), el Dr. T. Colin Campbell habla de sus experimentos con ratas a las que provocó focos cancerígenos con aflatóxina (un importante carcinógeno) dividiéndolas después en dos grupos. Un grupo fue alimentado con una dieta rica (20% de la dieta) en proteína animal (concretamente caseína, proteína de la leche), y el otro grupo fue alimentado con tan sólo un 5% de la dieta con la misma proteína. El resultado fue que el 100% de las ratas del primer grupo desarrollaron tumores de hígado y ninguna de las del segundo grupo. Además tampoco se desarrollaban los tumores si el 20% de la proteína de la dieta era de origen vegetal. Estos resultados tan rotundos de 100% en un grupo y 0% en el otro no son habituales en investigación. Otro dato importante de este experimento se producía cuando las ratas alimentadas con un 20% de proteína animal que habían sufrido el crecimiento del foco cancerígeno pasaban a una dieta del 5%: el foco canceroso se reducía. Es decir, existía una marcha atrás del proceso, una disminución del tumor.
En su libro el Dr. Campbell habla de que estos datos en animales fueron refrendados en los humanos en uno de los estudios epidemiológicos más exhaustivos que ha habido hasta el día de hoy: el estudio de China.
Existen otros muchos trabajos que relacionan el cáncer con el exceso de grasas y proteínas animales (en el libro citado se encuentran multitud de referencias bibliográficas), y no debemos olvidar que la leche y derivados son mayoritariamente la suma de estos dos nutrientes.
Por los motivos anteriores y por los resultados obtenidos con dietas sin lácteos en personas con cáncer, la mayoría de los profesionales informados y formados en medicinas no convencionales no aconsejamos el consumo de leche y derivados en estos pacientes.
Pedro Ródenas ,Médico Naturista.