A medida que la población mundial ha ido en aumento, la preocupación por garantizar la obtención de alimentos se ha hecho patente. Sin embargo los criterios que se emplean para la producción y distribución de éstos no son precisamente de salud ni de solidaridad, sino que siguen las pautas, como casi todo hoy en día, de los intereses económicos.
Comida para todos
Los países ricos, a través de las multinacionales, deciden los cultivos de los países del Tercer Mundo para la exportación, mientras los orientan a que importen alimentos básicos con un mayor coste. Las dietas con grandes cantidades de carne que se consumen en las ciudades exigen importantes extensiones dedicadas a pastos, tierras que darían de comer de ocho a diez veces más personas si se empleasen en la agricultura. El mundo “civilizado” utiliza en muchas ocasiones la destrucción de excedentes alimentarios como medida para estabilizar el mercado, sin considerar que en los países pobres las personas, niños, adultos y ancianos, no tienen que llevarse a la boca.
Hoy en día una buena distribución de los recursos permitiría una correcta nutrición para toda la población mundial. Es decir, que ya, ahora, la victoria sobre el hambre sería posible; lo que es más difícil de lograr es el triunfo sobre los intereses que no permiten que esto sea así. De momento la Tierra lo permite, pero la Sociedad no. ¿Y en el futuro?
Dos visiones opuestas
Puesto que los recursos de nuestro planeta son limitados, y el incremento demográfico una realidad, es lógico plantearse soluciones a largo plazo. Nos encontramos aquí con dos propuestas de signo bien distinto: la aplicación de la biotecnología en la alimentación, y el desarrollo de conceptos ecológicos en la producción y distribución de los alimentos.
La primera es la máxima expresión de que las personas, con nuestros conocimientos, podemos variar la biología, incluso mejorarla. Es la visión antropocéntrica de la vida: el hombre es el centro del cosmos y la ciencia el instrumento de poder que utiliza para modificar su entorno.
La segunda, es el reconocimiento de la existencia de una Unica Vida de la que cada ser vivo, cada objeto o elemento, forma parte. El hombre, con sus conocimientos puede entender mejor el papel que desarrolla cada una de estas partes y hacer más plena esa Vida. En este caso la ciencia es un instrumento de comprensión y de respeto al entorno.
Biotecnología
La primera propuesta es la que se ha impuesto en los últimos años en los diferentes aspectos de nuestra sociedad: en la medicina, la industria, la agricultura, etc. Los alimentos han sido tratados, adulterados, y modificados. Cultivos intensivos, abonos químicos, reguladores del crecimiento, plaguicidas e insecticidas, refinado de alimentos, aditivos, conservantes… están consiguiendo: convertir tierras fértiles en estériles, contaminar aguas, plantas y animales, disminuir la calidad de los alimentos, producir carencias nutricionales, e incrementar los factores de riesgo para la salud. Y a estos despropósitos se añade la manipulación genética de los alimentos, que es lo mismo que alterar el equilibrio entre nuestra fisiología y lo que comemos. Esta decisión tiene unas consecuencias impredecibles, puesto que los efectos de las modificaciones genéticas son aún desconocidos y se perpetúan por sí mismos eternamente.
Esta conducta de huida hacia adelante, sin retorno, sólo tiene una explicación. Volvemos irremediablemente a los intereses económicos. Las grandes multinacionales, gigantes de la biotecnología, que controlan diversos campos de acción, como los de la alimentación y de la industria farmacéutica, y que con su poder rigen la política de los países y naciones, anteponen sus ganancias a corto plazo a la salud de toda la población. La manipulación genética permite patentar alimentos, semillas y otros productos. Igual que con los fertilizantes sintéticos y los piensos químicos crearon una total dependencia de los agricultores y ganaderos hacia ellos, la biotecnología persigue el mismo objetivo: cobrar royaltis por plantar patatas o criar vacas patentadas. Y lo peor no es el monopolio de la alimentación que se avecina, sino las consecuencias que acarrea para la salud de las personas y del planeta esta actitud prepotente.
Alimentos ecológicos
Frente a esta postura intervencionista, representando la segunda propuesta que mencionaba anteriormente, está la alimentación biológica o ecológica (aunque se utiliza habitualmente el término biológico, hay quien recuerda que todo alimento es biológico, incluidos los tratados con biotecnologia), que se caracteriza precisamente por respetar los ciclos biológicos de la tierra y de la vida. La agricultura biológica por ejemplo, sigue los ritmos naturales de crecimiento de las plantas, utiliza la rotación de cultivos para mantener el nivel de nutrientes del suelo, emplea el abono orgánico para fomentar la vida de los microorganismos que hacen fértil la tierra, y combate las plagas restaurando el equilibrio ecológico de las especies vegetales y animales de cada medio. Es una vuelta a la agricultura tradicional con los conocimientos de la actualidad.
Los productos biológicos-ecológicos son equilibrados, y conservan todo su sabor. Si bien su producción no parece tan rentable a corto plazo, al prolongar la fertilidad de la tierra, puesto que le devuelve lo que le toma prestado, a largo plazo su rendimiento es indiscutible, igual que su calidad. Hay estudios que demuestran que las frutas y verduras ecológicas tienen un mayor porcentaje de nutrientes (lo que hace que con menos cantidad sea suficiente, comportando al mismo tiempo un ahorro importante en suplementos alimenticios), y contienen un 90% menos de nitratos, por lo que no contaminan agua, suelos, ni consumidores.
Cada vez hay más personas sensibilizadas con este tema y la oferta crece progresivamente: más hectáreas de cultivo ecológico, incremento de tiendas de productos ecológicos, apertura de paradas en algunos mercados con venta de verduras y frutas biológicas… Sin embargo su consumo es todavía muy minoritario, incluso entre quienes decididamente defienden este tipo de alimentación, lo que pone en peligro los proyectos de productores y agricultores que optan por la calidad y por la salud del planeta y del consumidor. Creo que para que sus esfuerzos no sean baldíos deberíamos contribuir siendo consecuentes con aquello que pensamos. Sería bueno dejar de ser parte del problema para empezar a ser parte de la solución.
La biotecnología, como expresión de la visión antropocéntrica de la vida, le da al hombre el poder de cambiar su entorno sin medir las consecuencias que ello representa para la salud del individuo y del planeta. Significa el negocio a corto plazo para la gran industria, a través de la patente y venta de sus productos exclusivos (patatas y vacas de diseño, por ejemplo) y la progresiva ruina de la tierra y los pequeños agricultores y ganaderos.
La producción de alimentos ecológicos reconoce la existencia de una sola vida de la que cada ser vivo, objeto o elemento, formamos parte. El respeto de los ciclos biológicos y la comprensión de los ecosistemas que funcionan a nuestro alrededor, garantiza el equilibrio y la calidad de los alimentos, da independencia al productor porque utiliza los recursos que están a su alcance, y ayuda al mantenimiento de nuestra salud y la de la Tierra.
Capítulo 37 del libro “El médico naturista opina”. Pedro Ródenas, médico naturista.