Los trastornos por déficit de atención son hoy en día un tema de habitual conversación en cualquier reunión de madres y padres. No deja de ser un signo de contemporaneidad de nuestra sociedad.
Se distinguen dos formas: los trastornos por déficit de atención sin hiperactividad (TDA, en la terminología científica) y los trastornos de atención con hiperactividad (TDAH). Según el DSM-5, (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) de 2013, es un trastorno de carácter crónico que afecta entre un 5 y un 10% de la población infantil. Está caracterizado por la dificultad de mantener la atención voluntaria, la falta de control de impulsos y una actividad motora excesiva. Se relaciona con resultados indeseados en aprendizajes académicos, conductuales, emocionales, familiares, sociales…
La tasa de diagnóstico y de infancia tratada con fármacos ha crecido considerablemente. En España, más de 250.000 menores toman psicoestimulantes para combatir el TDAH, según los últimos estudios de prevalencia del Instituto Nacional de Seguridad Social.
Esta gran cifra que va en aumento, ha generado un debate sobre las causas, la validez diagnóstica y las terapias más adecuadas.
Sobre las causas, existen posiciones diversas: una perspectiva completamente biológica (alteración neuroquímica y/o estructural), otra que atribuye la causa primaria exclusivamente al entorno ambiental, hay quienes piensan que es una combinación de ambas, y aquellas otras que son completamente escépticas a la existencia del trastorno.
La falta de un test diagnóstico inequívoco supone que éste debe basarse en la evaluación de síntomas conductuales, que en mayor o menor grado, no dejan de formar parte del espectro de conducta de niños y adolescentes (inatención, impulsividad e hiperactividad). Por eso un diagnóstico temprano debe hacerse con sumo cuidado ya que los síntomas pueden ser transitorios por inmadurez. Los casos graves parecen no presentar discrepancia diagnóstica, pero la mayor controversia está en los casos leves o moderados, que constituyen la mayor parte de las consultas.
En cuanto a la terapéutica, los protocolos establecidos contemplan de forma general un procedimiento multimodal que incluye tratamiento farmacológico, asesoramiento e intervenciones a nivel psicológico, conductual y educativo.
El tratamiento farmacológico contempla los medicamentos estimulantes (metilfenidato y anfetaminas) que comienzan a hacer efecto en cuanto los tomas, y los no estimulantes (atomoxetine, clonidine y guanfacine) que pueden llevar hasta varias semanas en surtir efecto.
La mayoría de consultas que recibimos es por el cuestionamiento, principalmente de los progenitores, de medicar a sus hijos con psicofármacos sin saber los efectos secundarios que pueden aparecer, y quizás ¡de por vida!
¿Qué relación puede tener el TDAH con la escucha?
Es muy curioso analizar la lista de síntomas que definen el TDA y el TDAH en relación a la capacidad de escucha de la persona. Cuando se responde a una pregunta que todavía no se ha acabado de formular, cuando se interrumpen las actividades de los demás, cuando no se siguen las consignas, o cuando se monopoliza la conversación, evidentemente no se está escuchando. La escucha nos exige en primer lugar que se domine el cuerpo: mover permanentemente las manos o los pies, retorcerse en una silla sin parar, ser incapaz de esperar su turno y distraerse con facilidad son signos que nos indican que ese dominio no se ha conseguido. El cerebro no es capaz de concentrarse en la tarea si debe emplear mucha energía en controlar la actividad de su cuerpo, cosa que debería hacer de manera automática. También les resulta difícil concentrarse a aquellos que son hipersensibles al sonido, a la luz o a una mínima estimulación sensorial.
El debate sobre el TDAH raramente pone el acento en la falta de integración sensorial como una de sus posibles causas. Jean Ayres, pionera en el estudio de integración sensorial, constataba que una mala integración sensorial podía provocar trastornos de atención y comportamiento hiperactivo. Una actividad vestibular (oído medio) bien modulada es primordial para mantener y un estado de calma y vigilia y mantener el nivel de excitación del sistema nervioso en equilibrio. Por el contrario, si el sistema vestibular no es lo suficientemente activo contribuye a la hiperactividad y a la distracción al no ejercer su función moduladora.
Hay dos posibilidades para una integración sensorial deficiente del vestíbulo, por sobrecarga de información, lo que provocaría una desconexión como estrategia de protección al “bombardeo” de información sensorial, conduciendo a un diagnóstico de trastorno de atención sin hiperactividad (TDA) o porque el sistema vestibular no recibe suficiente información sensorial, lo que induce al cuerpo a compensar esta falta de estimulación cerebral a través del movimiento del cuerpo, pudiendo aparece la hiperactividad.
El tratamiento desde este enfoque pasaría necesariamente por mejorar la escucha, ya que el principal problema que presentan los que lo sufren es que parece que no escuchan, aunque no tienen problemas de audición. La escucha integra la capacidad y el deseo de conectarse, de captar la información necesaria y ser capaz al mismo tiempo, de filtrar la información indeseable. Estos mecanismos no funcionan adecuadamente en aquellos que tienen TDA o TDAH.
Sofía, una niña inquieta
Sofía es una niña de 6 años que entra en la consulta con gran interés por ver y tocar todo lo que hay en ella. Parece que no quiere dejar escapar nada de lo hay en la sala y va de una lado a otro inspeccionando cada rincón.
Su madre viene con gran preocupación porque desde la escuela le sugirieron que consultara a la pediatra y pidiera una valoración de posible TDAH al Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil. Teme tenerla que medicar y está buscando una alternativa a ello.
En la solicitud de derivación describen que Sofía presenta inquietud motora, dificultades para mantener la atención y aunque es sociable con los compañeros, se muestra impulsiva en sus relaciones.
Le realizo a Sofía un test de escucha, una prueba establecida por el Dr. Tomatis parecida a una audiometría, que mide la respuesta de sensibilidad auditiva vía aérea y ósea, pero que además, proporciona información sobre el complejo mecanismo de escucha. En un test ideal, la curva de conducción aérea deberá ser más alta que la curva de conducción ósea. Eso significa que se oye preferentemente por el canal timpánico (vía aérea) y sólo secundariamente por el canal del cuerpo (vía ósea).
En su perfil de escucha observamos que la curva de la conducción ósea es más alta que la vía aérea. Nos indica que Sofía escucha preferentemente por vía ósea, sin la protección que proporciona el filtro timpánico. El sonido va directamente al cerebro, lo que explicaría su reactividad a todo estímulo y esa exposición a una distracción constante. Se constata una hipersensibilidad a los sonidos ya que es incapaz de eliminar los sonidos indeseables del entorno.
La madre de Sofía relata que es una niña asustadiza ante los ruidos y que los entornos ruidosos la alteran muchísimo. Dice que cuando se pone nerviosa reacciona con rabietas o “se le escapa la mano” con su hermana.
Con este perfil de escucha, Sofía percibe los sonidos sin protección, es como una invasión que necesita ordenar, separar, descartar y enfocarse en lo que le interesa. Todo este proceso le gasta mucha energía y a la vez el vestíbulo no dinamiza el cerebro y el movimiento del cuerpo le permite al cerebro mantenerse activo. Es el pez que se muerde la cola.
Determinamos la rehabilitación de la escucha con un programa adecuado de audiciones de música filtrada (Método Tomatis®) potenciando el canto gregoriano que ejerce una influencia calmante.
Le enseño a Sofía los auriculares que se llevará a casa y sale entusiasmada, tiene gran inquietud por las cosas nuevas.
Primer logro de Sofía
Se llevan el equipo Talksup para realizar la audición de 1 hora diaria en casa, con la advertencia que puede haber una resistencia a escuchar sobre todo el canto gregoriano al ser un ritmo que le resulta “antinatural” para Sofía. Su madre me dice que considera muy difícil que esté una hora diaria con los cascos puestos.
Al cuarto día, la madre de Sofía me reporta que está sorprendida no sólo de que Sofía esté tranquilamente dibujando mientras escucha la hora de música, sino que cada día se la ha pedido al llegar del colegio.
Parece que a Sofía le sienta bien entregarse al mundo sonoro sin tener que hacer el esfuerzo de responder adecuadamente. El equipo va haciendo su trabajo y Sofía se dedica a investigar su grandísima creatividad con el dibujo y los colores.
Valoración final
Después del proceso de entrenamiento de la escucha, los padres de Sofía deciden retrasar la derivación para valorar el TDAH, ya que tanto ellos como en la escuela han percibido un cambio sustancial en su comportamiento. Para la maestra, Sofía ha madurado aceptando mejor las normas de la clase.
Los padres confían en los propios recursos de Sofía de regular su impulsividad, explican que ahora trata con más paciencia a su hermana y que cuando se enfada con ella ahora ya no recurre a la mano, sino que, dicen entre sonrisas, le da largos discursos.
Sigue siendo una niña con muchas inquietudes hacia lo nuevo, le gusta probarlo todo, pero eso ya no lo perciben como un problema. Empiezan a verla como una investigadora ya que tiene capacidad de percibir nuevos elementos de la realidad que pasa desapercibido por la mayoría.
La sensibilidad que muestra Sofía para la creatividad y el interés por conocer cosas nuevas puede ser un gran potencial para su futuro, siempre que pueda mantener los niveles de sensibilidad sonora en una zona de escucha correcta. Si no, siempre existen herramientas, como Tomatis® donde recurrir.
Rosa Chacón, maestra, postgraduada en resolución de conflictos, formada en logopedia, método Tomatis® y Triformación, de “INTEGRAL. MEDICINA INTEGRATIVA Y ESCUELA DE SALUD”