A través del cuerpo…Nos acercamos al alma

Cuando es el cuerpo el que nos habla, nos pide atención, nos expresa síntomas…

Los primeros avisos pueden pasar casi inadvertidos si no estamos abiertos y receptivos. Algo tan común como molestias de espalda, cansancio o estrés sostenido en el tiempo, si no son atendidos seguirán su camino hacia siguientes fases de intensidad, agravamiento o cronicidad.

Hay diferentes y variadas formas de entrar en contacto y tomar conciencia de cómo se encuentra nuestro cuerpo. Una forma sencilla y muy empleada en nuestra sociedad es el quiromasaje o masaje manual. Recibir un tratamiento de un profesional nos permite sentir el toque terapéutico de sus manos, descubrir las zonas que requieren de ayuda y sentir el alivio de las mismas. La práctica regular del masaje nos ayudará a reconocernos en nuestro esquema corporal, lo que nos permitirá ir tomando conciencia de cómo utilizamos nuestro cuerpo en el día a día y de cómo en él se van reflejando nuestras emociones.

Malas posturas en el trabajo, mente y músculos sometidos a fuertes presiones, tensión en las relaciones laborales, familiares, de pareja… Lo habitual es decirnos “No pasa nada” o “No es cosa nuestra”, lo que sólo nos sirve de excusa y nos encargamos de asegurarnos de que no va con nosotros, que no podemos hacer nada si el otro no cambia… El malestar crece y buscará formas de llamar nuestra atención. En cada uno, la vía por la que el individuo transitará para resolver lo que se manifiesta será única. A través del reencuentro con nuestro cuerpo y de su cuidado iremos siendo más conscientes de qué necesidades van surgiendo y estaremos más receptivos a reconocer nuestros estados de ánimo y nuestras reacciones.

Cada persona tiene su propio ritmo, misión y propósito. Es de gran valor equiparse de las herramientas que nos puedan ser de utilidad para el camino del cambio, siempre que tengamos claro que es un recorrido que queremos realizar. Ser respetuoso con el propio ritmo es darnos el tiempo necesario para observar, reconocer, aceptar, asimilar y dejar ir. Avanzar muy rápido nos puede hacer olvidar el disfrute del recorrido, y muy lento nos puede crear sufrimiento innecesario. La vida está llena de momentos alegres y otros no tanto; el camino del autoconocimiento nos prepara para poder afrontar los acontecimientos con una actitud y visión más global e integradora.

 

La conciencia del cambio

En una mirada con deseo de cambio, llevaremos nuestra atención a distintos aspectos de nuestra totalidad. Es decir, contemplaremos los diferentes campos de la persona e iremos trabajando con ellos según se presenten las necesidades y siendo respetuosos con las posibilidades del momento, sin forzar situaciones que no nos llevarían el trabajo a buen término. El desarrollo del proceso comienza muchas veces sin darnos cuenta: me duele la espalda y decido darme un masaje. Con esta acción hemos dado el primer paso, favorecemos la toma de conciencia de los bloqueos físicos que será el segundo paso. Tercer paso, comienzo a ser partícipe de mi mejora y me coloco en un nuevo lugar, “de observador”. Me vuelvo activo en la atención a mi cuerpo y desde esta nueva posición comienzo a descubrir como las relaciones, las emociones y mis pensamientos van influyendo en mí, en mis posturas, en mis estados de ánimo y en mis reacciones. En definitiva, en cómo todo confluye en mi bienestar. Desde este lugar de observación exploraremos los distintos campos: físico, emocional, mental y existencial.

A partir de estos detectaremos que está pasando en nosotros, buscaremos las herramientas y/o profesionales que en ese proceso nos apoyen y nos sean de utilidad, siguiendo un camino coherente a lo que el momento nos refleja, y así poder producir el cambio necesario.

Caso clínico

Anabel tiene 56 años y de profesión es administrativa. Acude a la consulta por molestias en la parte dorsal de la espalda y tensión cervical.

Comenzamos con un masaje suave y de reconocimiento para valorar el estado de los tejidos, las posibles contracturas o zonas de tensión. Un repaso general nos da una primera lectura y estado de su cuerpo. Encontramos el tejido sobrecargado de tensión que dificulta la liberación de las toxinas, lo que a su vez genera falta de oxigenación de los mismos, favoreciendo las contracturas.

La propuesta para las siguientes sesiones es la de trabajar con quiromasaje la zona de la espalda y drenaje linfático manual (DLM) en piernas y abdomen con la intención de limpiar la toxicidad y aflojar la tensión de los tejidos.

Llevamos varios meses a una sesión semanal y durante este tiempo va comentado cómo se desarrolla su vida cotidiana, su trabajo y las relaciones en el mismo. En nuestras conversaciones se muestra cada vez más en la queja, de lo que no es para nada consciente. Con la confianza va permitiéndose dejar ir su malestar con respecto a los cambios que de una manera progresiva se están presentando en el trabajo y que no tiene posibilidad de evitar, de cómo la crispación y la presión está afectando a las ya justas relaciones con los compañeros. Se da cuenta de que la relación más cercana con una compañera le está empezando a resultar lo que se diría tóxica, ya que siempre está en la queja, y me dice que se da cuenta de que ella le acompaña. Se empieza a cuestionar, “¿soy yo también tóxica?”

Esta situación le ha generado malestar e inquietud, que comienza a expresarse físicamente, sintiéndose más hinchada de abdomen, sensación de descontrol en su necesidad de micción (orina). Sus visitas al lavabo la inquietan, pues siente necesidad aún cuando acaba de estar. Este síntoma no es nuevo, ya que se va repitiendo en diferentes momentos cuando se encuentra más nerviosa. Acude a su médico de cabecera que le trata para la cistitis, y mejora temporalmente. Persiste la hinchazón y aparecen las digestiones pesadas, a lo que se suman dolores articulares que se van desplazando de unas a otras articulaciones sin ningún motivo aparente. Comienza una sensación de incomodidad interna que no sabe definir…  

En alguna ocasión me había comentado que, para algunos problemas anteriores, se había tratado con homeopatía y que le había dado resultado. Comentamos la posibilidad de volver a su doctora y así lo hizo. Le explicó el recorrido y los cuidados que seguía y, después de una detallada exposición de su situación actual, le puso el tratamiento homeopático.

Seguimos con los masajes a los que unas semanas atrás incorporamos el trabajo de las zonas reflejas de los pies (reflexoterapia). Observamos que cuando se suavizaban los síntomas físicos se acentuaban los emocionales. Estos últimos comenzaban a tener una presencia más destacada: ha comenzado a tener el sueño ligero y le comienza a pesar levantarse para ir a trabajar. Su dificultad para dormir la estaba dejando muy cansada, el desánimo comenzaba a minar la confianza en ella misma y ante la presión laboral del momento, surge como una sombra la sensación de ser incapaz de salir adelante en el mundo laboral donde los cambios son de hoy para mañana. Le aumentan responsabilidades que antes no tenía y le exigen actualizarse en temas que no le gustan, ni se siente capaz de asumir. Comienza a identificar una sensación de angustia y miedo.

En la siguiente visita con su doctora se planteó el trabajar con estas emociones que estaban surgiendo muy intensas y estaban pidiendo ser revisadas. En nuestras sesiones habíamos tratado el tema en varias ocasiones de una manera pasajera, esperando que fuera ella quien sintiera la necesidad y lo expresara.

 

La baja laboral

Había llegado el momento. Se visita con la médica de cabecera y le explica lo que estaba pasando en su vida. Le expuso su situación de dudas, miedos y terrores con respecto al trabajo, y le dio la baja por depresión.  Comienza la terapia psicológica.

Pasa un periodo muy oscuro, como si hubiera caído en un agujero negro del que “no ve cómo salir”, “ni sabe si saldrá”, tal como lo expresa ella. Desde fuera la observo dar vueltas sobre el miedo a ser y servir, exigiéndose a sí misma volver a la seguridad anterior. Ve horrorizada lo frágil y vulnerable que se siente, y le preocupa lo que su marido pueda pensar y sentir sobre ella, que siempre se había presentado como una mujer activa y con carácter. Se preguntaba ¿Dónde está esa mujer que yo era? Vamos juntas sosteniendo este espacio mientras el proceso sigue su camino y va llegando al fondo, la médica le va alargando la baja y le pauta medicación durante un periodo a modificar según la evolución.

Seguimos con los masajes y la reflexología, y hemos incorporado trabajos de visualización y relajaciones guiadas. Es un espacio que espera semanalmente, le aporta confort y le permite aflojar. Cada día desconecta mejor y se va notando el efecto del trabajo multidisciplinar: masajes, antidepresivos, homeopatía y psicoterapia. Pone mucha atención en las propuestas que le plantea la psicóloga. Ha vuelto a hacer algo que le gustaba mucho desde pequeña, nadar. Al mismo tiempo ha recuperado su habilidad natural para escribir, y ha pensado en comenzar un diario del proceso que está viviendo. Ha decidido también darse permiso para hablar con su marido de temas que normalmente no trataban y a presentarse ante él tal como se siente en ese momento: frágil, vulnerable y llena de miedos. Su marido, ante la situación, está abierto y dispuesto. Le cuesta entender qué ha pasado y se muestra colaborador, tal como dice “tiene ganas de verla feliz otra vez”.

En esta rutina van pasando las semanas, ella va procesando las emociones, y a la vuelta de las vacaciones de verano su médica le propone darle el alta, ya que su estado es mucho más sereno y equilibrado.

De vuelta al trabajo

Se incorporó al trabajo donde encontró que se habían producido cambios en los compañeros. Fue adaptándose y conociendo poco a poco a los nuevos, con los que entabló unas relaciones más abiertas y sinceras. Se sintió muy apoyada por todos ellos y se sorprendía de cómo podía ser tan diferente todo. En cuanto a sus nuevas responsabilidades se entrevistó con su superior y le expuso sus dificultades. Ambos se pusieron de acuerdo y entró en un curso de formación. Actualmente desempeña su trabajo con ilusión y no descarta la posibilidad de que en un tiempo no muy lejano se plantee una prejubilación. Todo dependerá de lo que las nuevas tendencias profesionales le exijan y la claridad con que ahora es capaz de mirar sus necesidades y las del otro.

Conclusión

En el caso de Anabel, un trabajo multidisciplinar físico, mental y emocional, le ha permitido situarse ante la vida laboral y de las relaciones desde una posición más positiva y creativa. Ha pasado por un espacio oscuro, donde el miedo, la duda y la inseguridad han reinado por un tiempo. Las ha podido mirar con coraje, y ahora disfruta de la fuerza y confianza que da superar aquello que te asusta.

 

Áurea Gómez Ergüin

Terapeuta manual, sofróloga.

Artículo publicado en la revista Integral en 2017