reflejos primarios

INTEGRACIÓN DE LOS REFLEJOS PRIMARIOS

Montse Augé Serra, optometrista especialista en terapia visual.

 

Los reflejos primarios son movimientos automáticos y estereotipados de una o varias partes del cuerpo, sin procesamiento cortical ni control voluntario, dirigidos desde el tronco encéfalo.

 

Para el desarrollo neurológico adecuado del bebé, es necesario que estos reflejos, que le sirven para sobrevivir durante los primeros meses de vida, maduren y sean integrados (o inhibidos) por centros más sofisticados del cerebro, para dar paso a los reflejos posturales, controlados desde las partes superiores del cerebro. La integración de los reflejos primarios supone la adquisición de una nueva habilidad y el desarrollo de un nivel de maduración neurológica superior.

Es importante que el bebé pase por todas las fases del desarrollo. En caso contrario, se produce una inmadurez neurológica. Existirá una parte del cerebro que no se habrá desarrollado adecuadamente o que no habrá recibido la suficiente estimulación. Los reflejos primarios presentes después de los 6-12 meses de vida pueden impedir la maduración de patrones de comportamiento y hacer evidente una desorganización estructural del sistema nervioso central.

 

Durante cada minuto de la vida de un bebé se generan 4,7 millones de nuevas conexiones neurológicas. Este proceso tiene lugar gracias a la estimulación que recibe el bebé a través de los diferentes sentidos auditivo, visual, táctil, cinestésico, cuando se le mece, sele acaricia… con movimientos rítmicos y también a través de los movimientos que hace de forma espontánea, siguiendo el orden de desarrollo. Esta estimulación que el cerebro del niño consigue con estos movimientos rítmicos en el primer año de vida es fundamental para el futuro desarrollo y maduración del cerebro. 

 

Mielinización de la red neuronal (fig. 13)

neuronal

                   Al nacer                                                 A los 3 meses                                                     A los 3 años

 

Aunque la maduración del cerebro tendrá lugar durante toda la infancia del niño, la estimulación correcta durante el primer año de vida es decisiva para establecer las bases del desarrollo posterior. Los patrones de movimiento específico ejecutados los primeros meses de vida del niño tienen un efecto inhibidor de los reflejos primarios. Si estos reflejos continúan activos, nos indica que hay una inmadurez neurológica que afectará al niño a nivel motor y sensorial. La detección de reflejos primarios no integrados nos indica que el niño presenta un retraso en su desarrollo neurológico. Por eso, ante cualquier sospecha, hemos de considerar que es imprescindible realizar la evaluación de los reflejos primarios y, si es necesario, tratar con una terapia de movimientos rítmicos.

 

Cuando el bebé es incapaz de moverse libremente, hay muy pocos estímulos que se transmitan al neocórtex por la vía del Sistema de Activación Reticular (SAR) del tronco encefálico. La tarea del SAR es activar el neocórtex. Si hay una excitación insuficiente del neocórtex, el niño continuará inactivo y no estará atento a las señales sensoriales,razón por la cual, las neuronas y la red nerviosa del neocórtex no se desarrollarán correctamente a tiempo.

 

El cerebelo también tiene un papel importante para conectar el cerebro y mantener la atención. Su función es la de hacer modular nuestros movimientos para que sean rítmicos, coordinados y suaves. Los movimientos rítmicos que se inducen al bebé cuando se le mece, por ejemplo, desarrollan también las neuronas del cerebelo y su red desconexiones con los lóbulos frontales. Esta es una de las razones por las que los movimientos rítmicos de los bebés son tan importantes para el crecimiento de las conexiones neuronales hacia el córtex prefrontal y el desarrollo de la capacidad de concentración y habla.

 

Más del 90 % de los problemas de aprendizaje y atención se deben al hecho de que alguno de los reflejos primarios no ha madurado en su periodo de desarrollo y se mantiene activo más allá de los 6 años… La consecuencia es una reacción en cadena que acostumbra a ser la causa de problemas de atención e hiperactividad, que si no se detectan y tratan a tiempo pueden provocar fracaso escolar.

 

Los síntomas que puede haber cuando los reflejos primarios no están bien integrados son:

 

  • Dislexia y dificultades de aprendizaje. 
  • Malas posturas. 
  • Pobre coordinación mano-ojo. 
  • Poco equilibrio. 
  • Pobre coordinación general. 
  • Problemas de lateralidad. 
  • Enuresis, y problemas para controlar esfínteres. 
  • Problemas de atención y concentración. 
  • Mala letra. 
  • Hiperactividad, impulsividad. 
  • Problemas para aprender a dar la voltereta, saltar a la pata coja o montar en bicicleta. 
  • Mareo por movimiento. 
  • Palabras entrecortadas, lenguaje pobre y tardío. 
  • Hipersensibilidad a la luz, al tacto, a los estímulos visuales o kinestésicos. 
  • Se distraen fácilmente. 
  • Problemas de organización, secuenciación… 
  • Problemas de comportamiento, muy introvertido y tímido o agresivo. 

 

La Terapia de Movimientos Rítmicos (TMR) consiste en unos ejercicios rítmicos y suaves basados en los movimientos que hacen los bebés durante su primer año. Estos movimientos tienen la finalidad de alcanzar el desarrollo neurológico y motor y la estimulación cerebral que los bebés consiguen a través de dichos movimientos. 

 

Kerstin Linde, fotógrafa y terapeuta corporal, creó la TMR a partir de la observación de los movimientos que los niños hacen espontáneamente desde que nacen y sus efectos a nivel neurológico. Así pues, la TMR es un programa de ejercicios basado en estos movimientos espontáneos del bebé, diseñado especialmente para favorecer las conexiones neuronales y su mielinización

 

La primera fase de la TMR comienza con una serie de ejercicios pasivos, que son inducidos al niño por parte del adulto, y continúa con una fase activa. Consigue mejorar el tono muscular y relajar las tensiones y las espasticidades. Al ser rítmicos, a través de los ejercicios se produce una estimulación vestibular que incrementa el tono de los músculos extensores y así se propicia la mejora muscular del bebé, lo que le permite levantar la cabeza y el tronco. Es importante poder realizar estos ejercicios con los bebés, ya sea como juego, como prevención o para ayudarlos en su desarrollo neurológico y motor.

 

Los movimientos pasivos se pueden activar empujando el cuerpo del niño de forma rítmica, desde los pies mientras el niño está estirado en el suelo con la cabeza hacia arriba. O también desde la cadera en dirección a la cabeza, con el niño en posición fetal.

 

Es fácil comprobar que estos movimientos producen mucha estimulación en diferentes modalidades sensoriales: el movimiento de la cabeza estimula el sentido vestibular; balancear rítmicamente desde los pies en dirección a la cabeza o a la cadera de un lado a otro consigue estimular los sentidos propioceptivos en muchas articulaciones. Los movimientos rítmicos también estimulan el sentido del tacto a través de la piel, gracias a la fricción de la espalda con el suelo.

 

Los movimientos rítmicos aumentan el tono muscular de los músculos extensores que ayudan a mantener la espalda y la cabeza en posición recta. La postura del cuerpo, la respiración y la resistencia mejorarán y el neocórtex se desarrolla por la estimulación del tronco encefálico. También mejoran la atención y la concentración y ayudan a estimular los ganglios basales que maduran e integran los reflejos primarios, facilitando al niño su capacidad para regular el nivel de actividad. 

 

En ocasiones, hay niños a los que se ha diagnosticado un Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), que con la aplicación de la TMR experimentan una disminución notable de los síntomas. Este es un motivo más que suficiente para realizar la evaluación de los RRPP a la menor sospecha: para hacer el diagnóstico diferencial y evitar que un niño acabe tomando medicación para controlar un supuesto TDAH.

 

El ritmo de los movimientos provoca una estimulación alterna del cerebro a través de las señales nerviosas de las células sensoriales de los sentidos vestibular, táctil y propioceptivo. Las señales nerviosas se transmiten al cerebro mediante las substancias transmisoras: la dopamina, el glutamato y el GABA. La ausencia de estos neurotransmisores podría ser la causa de que, incluso aplicando la TMR de manera exhaustiva, no se consiguiese integrar los reflejos primarios de manera satisfactoria. Por eso es tan importante el enfoque holístico del caso: una evaluación psiconeuroinmunoendocrinológica puede ayudar a conocer los déficits moleculares y a aplicar el tratamiento correspondiente para restablecer los niveles normales.

 

Cuando decimos que un niño tiene reflejos primarios presentes, no significa que el niño no haya pasado por este proceso madurativo, sino que en algún momento de su desarrollo evolutivo ha habido una parada o un bloqueo causante de la desorganización.

 

Algunos de los reflejos primarios retenidos que pueden interferir en el niño con problemas de aprendizaje son los siguientes:

 

 

  • Reflejo de Moro. Es el primer reflejo primario que aparece. Está presente en el nacimiento y tiene que desaparecer a los 3 meses de vida. Puede ser vestibular, táctil, visual o auditivo. Si este reflejo queda retenido, provocará hipersensibilidad en la visión o en la audición, hipersensibilidad táctil, problemas vestibulares o problemas inmunológicos. (Fig. 14)

 

FIGURA 14

 

  • Reflejo Tónico Laberíntico. Se desarrolla a las 20 semanas de gestación y ha de desaparecer entre 3 y 4 meses después del nacimiento. Cuando la cabeza se inclina hacia delante, el tronco, los brazos y las piernas se doblan (reflejo tónico laberíntico anterior) y, por el contrario, cuando la cabeza se inclina hacia atrás, el tono de los músculos extensores del cuello (reflejo tónico laberíntico posterior), la espalda y las piernas aumentan y el cuerpo se estira. Si este reflejo no se integra, provoca dificultades en la orientación espacial, el cálculo de distancias, la coordinación corporal y el equilibrio. (Fig. 15)

reflejos primarios figura 15

 

 

  • Reflejo Tónico Asimétrico Cervical. Aparece a las 18 semanas de gestación. Ayuda a bajar por el canal del parto y ha de desaparecer entre los 3 y 9 meses de vida. El movimiento de la cabeza del bebé hacia un lado provocará la extensión del brazo y la pierna hacia el lado donde ha girado la cabeza, así como la flexión de los miembros de la parte contraria del cuerpo. Es la primera coordinación ojo-mano. Si este reflejo queda retenido, provocará problemas de lateralidad, equilibrio y en los seguimientos oculares. (fig. 16)

 

reflejos primarios FIGURA 16

 

  • Reflejo Tónico Simétrico Cervical.  Aparece sobre los 6 meses de vida y se relaciona con el gateo. Cuando el niño está en posición cuadrúpeda, la extensión de la cabeza hacia arriba provoca la extensión de los brazos y la flexión de las piernas y, al contrario, la flexión de la cabeza, provoca la flexión de los brazos y la extensión de las piernas. Si este reflejo queda retenido, está relacionado con problemas acomodativos o de enfoque y de coordinación ojo-mano. (fig. 17)

 

reflejos primarios FIGURA 17

 

  • Reflejo Espinal Galant. Aparece a las 20 semanas de gestación y desaparece entre los 3 y 9 meses de vida. Si se estimula la espalda, a un lado de la columna vertebral, se provoca una rotación de la cadera de 45º hacia el lado del estímulo. Si este reflejo queda retenido, provoca problemas de concentración y memoria. (fig. 18)

 

reflejos primarios FIGURA 18